viernes, 23 de enero de 2015

Buscando la esperanza

Camino sobre la tierra, con los pies desnudos. En un camino largo, profundo, que desaparece al fondo y parece no tener fin.

Restos de una guerra dejo tras mis pies. Cuerpos de hombres que no supieron distinguir entre el bien y el mal. Servían ciegamente al sistema que los alimentaba y perdieron sus cortas vidas en la lucha por defenderla.

Ya no hay gritos. No oigo dolor. Sólo lo siento. Siento, veo, el pensamiento de muchos cuando recibieron el golpe final de espada. Siento sus ojos llenándose de lágrimas mientras de la herida salía la sangre negra buscando libertad. Sociedades lucharon por un premio inexistente, por un honor vacío, pues no tuvieron sabiduría para poder decidir bien y tomar un camino más acertado, que no pasase por la lanza. 

Un estandarte manchado de sangre, de la sangre que lo defendieron, se alza sobre las miles de vidas arrebatadas. Y baila al son del viento, pero es un baile burlón; un baile que no anunciaba una victoria, no anunciaba nada; simplemente se reía de lo que veía bajo sus pies.

Y es que el amor que sentían hacia su familia, hacia su hogar, a su sociedad, a su pueblo, a su nación; fue secuestrado por un odio disfrazado. Disfrazado de amor a todo lo que les pertenecía, y que finalmente acabó con todo. Y el Sol, allá arriba, fue testigo de todo. Fue testigo, mas no hizo nada. Iluminó esta batalla, y ahora la abandonaba.

La oscuridad se acercaba, y el sol durmiente se iba, queriendo olvidar el suceso y dejando paso a su esposa Luna, pero no creo que vuelva a ser tan bella y clara. La Luna será roja, roja como la ira; como la sangre.

Lo negro me rodea. El camino sigue siendo largo, pero no me canso. Quiero seguir, buscando lo que quiero, incluso si la Luna no vuelve a aparecer.

Más cuerpos inertes, más sufrimiento me llega. Por cada paso que doy siento un fuerte dolor en mí, en mi alma. No es mejor que cualquier herida de espada. Y el Sol me abandona, mas no veo a su esposa en el cielo, ni a sus hijas las Estrellas. Me voy debilitando. hora sólo quiero descanso, pero un descanso eterno.

No puedo seguir, pues el cansancio puede conmigo. Me va ganando, y todavía no he encontrado lo que busco, lo que anhelo. Así que dejo que mi cuerpo caiga, uniéndose a los demás de mi alrededor, pues no puedo seguir, Me rindo.

Pero antes de darme cuenta noto algo frío en mi piel, en mi tacto. Es duro, alargado, con la punta afilada y cortante. Es una espada parcialmente rota y muy estropeada y arañada. Está manchada de tierra, y acompañada de la sangre negra y seca.

Me doy cuenta de que la espada tiene algo, algo fuerte y que la rodea mayormente. Y al final de esta especie de cuerda llena de espinas encuentro lo que parece una rosa. Una rosa blanca, pura y limpia. Esta rosa, una vida, nació de la destrucción y de la muerte. 

Miro al cielo y me fijo de que la Luna está arriba, observándome. Blanca y clara como la rosa.
Al final me doy cuenta. Al fin hallé lo que buscaba entre la guerra y la muerte: La Esperanza.

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