sábado, 16 de enero de 2016

Por ello son culpables

Y de repente se encuentra sola, en medio del desierto. El cielo se pinta de tonos rojos: parece el crepúsculo, pero no se ve al Sol.

A lo lejos se acerca una figura humana. También está desnuda, de rostro afilado, grandes pechos y piernas largas. También es una mujer, con su cabellera roja cayéndole sobre los hombros. Al acercarse, la mujer de cabellos rojos le habla:

-Has mordido la manzana, ¿verdad?

-Así es, ¿y tú por qué estás aquí?

-Me negué a tener relaciones sexuales con él.

Y desde entonces a la mujer se la culpa de todos los males que hay.

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