sábado, 15 de octubre de 2016

Inocente infancia

Cuando paso por esos pasillos de baldosas blancas no puedo evitar recordar aquellos tiempos donde la inocencia era la base de nosotros. Era entrar en clase y querer jugar con todos los compañeros, llevarnos bien, buscar a un amigo y no a un enemigo. Era disfrutar de las matemáticas y de las letras como si de un juego se tratara. Cantar y bailar las notas musicales que de la gaita tan sonora salían. Escuchar cuentos e imaginar que nosotros éramos la bruja malvada, el príncipe azul o la princesa encerrada en la torre. 

Aquellos eran tiempos de pura inocencia, de imaginación, de creatividad y de curiosidad. Es por ello que, muchas veces, cuando veo a los niños que bajan al recreo, me entre un sentimiento de envidia sana. Y cada día no dejo de pensar en esos años.

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