No sé dónde estoy, ni recuerdo nada. Este lugar no me suena; no me es familiar. Tampoco veo el Sol con el que antes de cerrar los ojos me había encontrado. Ni el calor, ni la luz,...todo ha cambiado a mi alrededor.
Siento ráfagas de aire sobre mí, frías como el hielo; pero no veo su lugar de procedencia. Es como si saliera de todas partes, pero las ráfagas van a una misma dirección. No respiro, pero noto a mi corazón latir, y a mis pulmones hinchándose para coger un aire inexistente. Podría sonar todo algo terrorífico, pero el ambiente sólo me produce una tranquilidad inmensa.
No puedo andar, ni correr. Me mantengo de pie, mirando al horizonte oscuro, esperando que algo me invite a correr, pero en realidad esas ganas no las tengo.
De repente, observo algo al fondo. A pesar de la oscuridad, se distingue su silueta. Es bastante raro, pues es como una persona, pero algo me dice que no tiene rasgos humanos. No es humano completamente, más bien, es como un medio espíritu, un ser sobrenatural, simplemente un extraño mirándome.
Me hace una señal con la cabeza, e inmediatamente corre hacia el horizonte. Siento un fuerte impulso, y comienzo a correr yo también. Le sigo detrás, y parece que se aleja más. No, no pienso perderle. Sigo corriendo, notando cada vez que voy más rápido, pero no me canso. Es más, quiero seguir corriendo tras él.
Quiero llamarlo, pero no puedo emitir ningún sonido. Se aleja cada vez más, y yo quiero correr más rápido, y cada vez mucho más. Jamás he llegado a correr tanto.
Poco a poco, mi alrededor se llena de luz. Una luz pálida y débil al principio, que poco a poco va haciéndose más grande y luminosa. Pero al igual que el viento, no tengo claro de dónde procede. Todo es como un sueño, pero parece tan real...
La figura se aleja más y más, y yo sigo corriendo. No importa hasta donde, ni el tiempo que tarde; sólo quiero seguir corriendo, mientras la luz a mi alrededor siga creciendo cada vez más, y todo se vuelva blanco a mi alrededor.
Estoy cada vez más cerca. No me fijo en el resto, sólo en él. Estoy tan cerca, que pronto podré tocarle. Sigo tras él, y nuestros pies se van acercando más, hasta casi provocar que me tropiece con el desconocido. Y cuando le alcanzo, todo acabó.
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